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Votante en casa, voto perdido

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Si las elecciones fueran hoy, el presidente Barack Obama y el casi nominado republicano, Mitt Romney, estarían enfrascados en un virtual empate, según un

sondeo de NBC, The Wall Street Journal y Telemundo, 47% sobre 43%.

Esas cifras demuestran por qué el voto de sectores electorales como los hispanos es clave para ayudar a decidir elecciones cerradas. Pero otro resultado del mismo sondeo debe enviar una clara señal, particularmente a la campaña de Obama, de que tiene que hacer más que anuncios en español para motivar el voto hispano.

Según el sondeo, 68% de los hispanos están entusiasmados con el prospecto de la elección comparado con 81% del resto de los estadounidenses.

Ciertamente es muy temprano en el proceso electoral. Los votantes, con excepción de un pequeño porcentaje, no están prestando detallada atención. Es usualmente en el otoño, cercanos a los comicios, que comienzan a prestar mayor atención y a decidir por quién votarán y más importante aún, si votarán.

Pero tristemente ya hay esfuerzos velados para suprimir ese voto hispano.

Así, por ejemplo, republicanos hispanos que actúan como emisarios de la campaña de Romney en los esfuerzos de “atraer” el voto latino no ofrecen a esos electores razones convincentes para apoyar a Romney sino razones para no apoyar a Obama lo cual en la práctica supone una invitación a que se queden en casa el 6 de noviembre y no voten.

En un esfuerzo dirigido a los votantes hispanos de Nevada, el mensaje del Latino Partnership for Conservative Principles es que cuando de inmigración se trata, “el presidente Obama es peor que Joe Arpaio”, el dudosamente célebre alguacil del condado de Maricopa en Arizona demandado por el Departamento de Justicia por violar los derechos civiles de los hispanos en la conducción de sus operativos.

Comparar a Obama con Arpaio, si bien es una ridiculez, puede apelar a aquellos votantes latinos para quienes la inmigración es un tema definitorio y que están molestos por el récord de deportaciones establecido por Obama. Como no pueden decirle a los votantes latinos que Romney tiene un plan de reforma migratoria que vaya más allá de pedirles a los inmigrantes que se autodeporten, la estrategia hispana republicana es denunciar el récord de deportaciones de Obama que de todos modos a los republicanos les parece insuficiente. La estrategia republicana consiste en erosionar el apoyo latino a Obama en estados clave como Nevada, Colorado, Nuevo México y Florida, entre otros.

La semana pasada, en un discurso sobre educación ante empresarios hispanos, Romney evadió referirse al DREAM Act que indudablemente es un asunto educativo y migratorio de interés para los hispanos. Lo hace porque otro de sus emisarios hispanos, el senador republicano de Florida, Marco Rubio, está a punto de presentar una versión republicana del DREAM Act con la mira puesta también en el voto hispano de noviembre.

Y he aquí el dilema. Aunque se critique a Romney por evadir el tema migratorio y el plan de Rubio ya genere preocupación entre algunos sectores, la administración Obama y la campaña de reelección no están precisamente agarrando la sartén por el mango en el tema que también evaden en la medida de lo posible con lo que siguen permitiendo que sea el bando Romney quien los defina. Eso puede potencialmente incidir sobre la apatía que lamentablemente aqueja a algunos votantes hispanos, particularmente por la falta de progresos positivos en el frente migratorio.

Los demócratas no deben echar en saco roto la molestia de un sector del voto hispano aquejado por las crisis económica e hipotecaria, pero también por la crisis generada por la falta de una reforma migratoria: récord de deportaciones y la proliferación de medidas estatales que han generado una atmósfera antiinmigrante en todo el país.

Los republicanos y el bando Romney no han ofrecido nada en materia migratoria, fuera de más retórica y soluciones vacías, pero están apostando al descontento hispano con Obama quien debe jugarse alguna carta, como amparar a los Soñadores de la deportación mediante una orden ejecutiva, que le demuestre a la comunidad hispana que no todo son malas noticias en el frente migratorio.

Algo que genere entusiasmo para ir a las urnas porque votante hispano en casa, es un voto perdido.

Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice